martes, 18 de junio de 2013

ZULIANO MIGUEL HERNÁNDEZ GANA NACIONAL DE POESÍA (Ctrl+C / Ctrl+V)

Miguel Ángel Hernández, talento de La Verdad, ganó el IV Concurso Nacional de Poesía 2013. ¡Oh, lorem ipsum! es el nombre del trabajo con el que el artista de 30 años obtuvo el reconocimiento otorgado por la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello.

El artista Miguel Ángel Hernández ganó el Premio Nacional de Poesía 2013. (Foto: Jhair Torres)

El poeta marabino Miguel Ángel Hernández fue el ganador del IV Concurso Nacional de Poesía 2013. El joven de 30 años, egresado de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, obtuvo el reconocimiento con su obra ¡Oh, lorem ipsum!, un libro con el que el artista se sale del género tradicional y desarrolla su propia manera de escribir. El premio comprende un reconocimiento en metálico y la publicación del trabajo.

Esta es la primera vez que el artista participa en el concurso organizado por la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello y dijo sentirse contento con el premio, que para él es más que un reconocimiento, es el aval de su propia propuesta poética. «Este es un trabajo que puede resultar experimental porque se sale un poco de la poesía común. Con él logro forzar un poco el género y es algo que me gusta mucho. Me parece que este premio es un buen inicio para lo que quiero lograr y legitima mi estilo ante los lectores y ante el mundo de la literatura».

Pensando en Maracaibo
Hernández, quien participó en el concurso con el seudónimo MAHZ, explicó que el término lorem ipsum es una especie de boceto o texto falso que su utiliza en el ámbito del diseño gráfico para saber cómo va a quedar el trabajo final. El personaje principal es la ciudad, pero hay muchas otras cosas que entran en juego.

William Osuna, presidente de la Casa de Letras Andrés Bello, y los demás integrantes del jurado informaron que decidieron otorgarle el premio al zuliano porque su trabajo «es un libro inteligente y agudo de principio a fin. Posee elementos que lo distinguen a primera vista como el ritmo, la crítica que hace, la incorporación de referentes culturales actuales, como programas de televisión, juegos de videos e Internet. Tiene conciencia lírica que observa e interviene en una realidad que no le es ajena, sino que es parte de su incertidumbre e intuiciones».

Otros premios
Con seis años de egresado de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, Miguel Ángel Hernández ha obtenido menciones en el XIX Premio Nacional de Poesía Fernández Paz Castillo y en el I Concurso Nacional de Poesía Delia Rengifo. En 2006 publicó junto a su colega Eduardo A. Pepper el libro titulado Antología del descapotable y en 2010 sacó a la calle Cotidiano, una plaqueta de poesía publicada por el Proyecto Latinoamericano de Unión Poética, de Argentina. Desde hace cuatro años y medio se desempeña como corrector de textos del diario La Verdad.

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sábado, 8 de junio de 2013

DE LOS LUGARES COMUNES


Cuando partimos de la idea de —y declaramos en tono de manifiesto— que somos creativos y que transitamos lejos de los lugares comunes, generalmente vamos por lugares comunes y poco originales. De hecho, el presupuesto en sí es ya algo desgastado.

Sin embargo, aún nos podemos encontrar con propuestas que señalan que la literatura es indispensable, condición sine qua non para el desarrollo de la persona. Se supone que esta da más libertad, conocimientos, originalidad, creatividad, sensibilidad auténtica, pensamiento crítico y autónomo, etc., siempre lejos de los caminos trillados de la televisión, la publicidad, el mercado y más. ¿No es esto una idea ya demasiado manoseada? ¿Que la literatura es lo único que salva? Habría que preguntarse si la literatura no es más que una elección entre muchas posibilidades. Además, ¿salva de qué? ¿De los lugares comunes, de los estereotipos, de la insensibilidad? Es difícil no ver el estereotipo en esta idea; más aún, es difícil no darse cuenta de que la literatura, como cualquier otra institución cultural, da pie para el surgimiento de lugares comunes, dogmas, reterritorializaciones, etc.

Pero la cuestión no es tanto si hay o no lugares comunes (partimos de la suposición de que existen), sino que todavía hoy no se asume que los haya y, más aún, que pululan en la literatura. Al no reconocerlo, se instala un coto a la circulación de los signos, se crea un dios para estos y ahí se da el proceso de estancamiento: las revoluciones crean sus propias cercas; más allá solo hay traiciones.

En este sentido, el poeta Kenneth Goldsmith escribe: «Cuando nuestras nociones de lo que es creativo pasan a ser tan trilladas (…), tan románticas… tan no creativas, es tiempo de ir en la dirección opuesta».

«Así pues —citando a Baudrillard—, es preciso leer todos los sucesos por el reverso, más allá de su montaje oficial». Luego, si bien es cierto que productos como los concursos de belleza y las telenovelas imponen una serie de pautas sociales, estéticas, etc., no lo es menos que sucede otro tanto en la literatura, y la diferenciación de los primeros como objetos populares y el segundo perteneciente a la esfera de lo «intelectual», aun cuando les son inherentes de alguna manera, tal vez digan más de las lecturas de que son objeto que de sus respectivos discursos; después de todo, ambos son eso: sistemas de signos, agentes discursivos.

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* Texto publicado originalmente en el diario La Verdad (sábado 8-VI-2013, p. 4)
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