sábado, 21 de febrero de 2009

EL RUM-RUM

Tengo un rum-rum en la espalda
¡oh, qué será!
tal vez un motorcito
un carro a control remoto
un atari olvidado
una boca que tose
alguien que toca la puerta
la mano de mi novia
medio volcán
una abeja en mi oído
una máquina de espresso
dos truenos egipcios...

y ya
no se me ocurre más nada

el ruido ya pasará.

martes, 17 de febrero de 2009

ÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓ

óóóóóóóóóó
óóóóóóóóóó
óóóóóóóóóó

- Quiero dos frutas de esas
(y bostezó largamente).

martes, 10 de febrero de 2009

SÍ, DARÍO, YA TE OÍ


Si todo poema es por naturaleza sonoro, el palíndromo extrema esta cualidad por la misma necesidad de que los elementos acústicos se repitan. Así, al tiempo que se construye el tejido de doble vía (el palíndromo), aparecen mecanismos cuya base es el sonido mismo (piénsese en figuras como aliteración, calambur, paronomasia o poliptoton, por ejemplo).
Como nunca, en estos textos las palabras se muestran dispuestas al juego, a dejarse descubrir a una nueva luz (¿o voz?). Se paran (las palabras) frente al espejo y encuentran una resonancia justa que por lo mismo invita a la risa. Y es que es casi inevitable pensar en estos textos como resultado de una escritura especular, la misma que crea ese camino de ida y vuelta que mencionábamos.
(¡Qué de palabras tiene que usar uno para decir que le gusta un libro!)
Bueno, para cortar con esta sarta de palabras raras, los dejo con varios poemas de Darío Lancini (Caracas, 1932), tomados de su libro Oír a Darío:

1.- Yo hago yoga hoy.

2.- Yo sonoro no soy.

3.- Yo corro, morrocoy.

4.- Leí, puta, tu piel.

5.- Abanico con amoníaco
cocainómano cocinaba.

6.- ÁCIDA SAETA
Al abad anonadaba
la atea sádica.


7.- SÍSIFO
Pausado poeta,
lee.
Solo ibas,
sereno.
Tal poeta
yo soy.
Orad.
Ni paranoico
me emocionará
Píndaro.
Yo soy ateo,
Platón,
eres sabio
lo sé.
El ateo
poda su apófisis.


POST SCRÍPTUM: aunque él diga que no, sonoro sí es.