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sábado, 15 de febrero de 2014

UNA VOZ QUE NOS DIGA


En una actividad en homenaje al poeta Francisco Godoy (1975-2001), uno de los participantes comentó que veía en aquel alguien que apuntaba a interpretar en la escritura su ciudad, su tiempo y sus habitantes; luego se preguntó si en la actualidad habría otro discurso poético que pudiera hacerlo, y finalizó su intervención con un escueto y dubitativo «creo que no».

Para cerrar por los momentos el ciclo de notas sobre la escritura de Blas Perozo Naveda, igualmente nos preguntamos por esas voces que logran reconocer, leer y dar cuerpo a un momento, a un lugar, etc., y que quizás por eso —por paradójico que parezca— se mantienen vigentes.

Partimos del supuesto de que la obra de Naveda (aún en proceso) ha logrado esto, si bien nos hemos concentrado en solo dos de sus poemarios, ambos claves para leer a Maracaibo.

Ahora bien, ¿en qué nos basamos para dar esto por sentado? De alguna manera ya respondimos esta pregunta con los breves artículos que preceden a este. Hemos hablado de las marcas del discurso oral en la escritura, de referentes que trazan el mapa de una ciudad, de nombres que despliegan filiaciones literarias, que crean marcos para hacer funcionar una obra; del gesto doble que dice y desdice a un mismo tiempo; de algo que podríamos llamar un dibujo del panorama literario, etc. Pero además entendemos que esta «puesta en escena» planteó (y sigue planteando) revisiones de la tradición literaria y, en consecuencia, hace frente a la academia, a ciertos movimientos contemporáneos, a la crítica, al canon… Es decir, pregunta por el ejercicio mismo de la escritura, su alcance, su naturaleza.

Insistimos: Partimos de la suposición de que en la poesía de Blas confluyen múltiples voces que la convierten en vehículo de su momento. Sin embargo, no podemos evitar preguntarnos, como la persona mencionada arriba, si habrá en la actualidad una voz que nos diga, que nos lea y donde podamos decir también; esto es, una escritura con la que podamos dialogar. ¿La hay?

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* Texto publicado en la web del diario La Verdad (15-II-2014).
IMAGEN: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDseAkF32yv9q79uoF1Jq9azaY14QXF1h6uo4Pae1_JWJc63WumnuRvF8x4RBcBbBhI3SayS7pg89FaIDWeNdVShMLxMGMTd608S_MniCy7Mli97qh2jVg-VxMa7xUEIc8fO5IyeWK46M3/s400/caleidoscopio.jpg

sábado, 1 de febrero de 2014

SOCAVAR COMO ESTRATEGIA

Christo y Jeanne-Claude

Para continuar la relectura que hacemos de algunos aspectos de la poética de Blas Perozo Naveda, quisiéramos hacer hincapié en otro elemento que resalta y que ya mencionamos en la nota anterior: las marcas del habla incorporadas a la escritura, que resaltan sobre todo en los poemarios Date por muerto que sois un pobre perdido y El orden constitucional y otros boleros de amor, hasta el punto de que es una de las características más señaladas, si no la más; igualmente, hasta el punto de encandilar la lectura, por lo que, ya cegados, a ratos olvidamos que se trata de la palabra que sucede en el poema; la misma, la de siempre, pero ejecutada en un espacio que tiende a lo múltiple. Entre otras cosas, por esto uno de los poemas inicia «Lenguaje poético es este…», como reubicándonos en el texto.

Pero vayamos a la pregunta clave: ¿Qué función cumple en el desarrollo de esta poética la estrategia de acercar habla y escritura? ¿Qué la motiva?

Como dijimos en el artículo precedente, en esta obra hay un gesto doble que niega y replantea el ejercicio del poema. En ese movimiento, cuando leemos «teseguiréhastaelfindestemundo», a la par vemos cómo va estableciendo diálogos con la tradición literaria, crea un marco para la escritura y se inserta en él. Por ejemplo, acude a «Tiisieliot» (T.S. Eliot), Ernesto Cardenal, Walt Whitman, César Dávila Andrade o Allen Ginsberg, por solo anotar cinco nombres que ofrecen claves para la lectura. De igual forma, los registros del habla proponen un contrapeso o camino alterno frente al concepto de poema vigente en un momento y espacio determinado; es decir, frente a un sistema constituido cuyas condiciones es necesario aceptar a fin de que el texto circule como objeto poético. En esta negociación, al leer «un día destos vengo y me arrecho / y entonces me voy por el páramo» nos preguntamos por la validez de determinados registros o palabras en el poema, momento en que reconocemos que este se ofrece como zona de escape, como un sistema alterno dispuesto a funcionar como aquel, más aún cuando vemos que más adelante se relaciona con «Fáñez» (Alberto Áñez Medina) y Ramón Palomares, por lo que ese páramo adquiere nuevos matices. De esta manera, la estrategia funciona socavando las bases que sostienen el poema para ocupar ese espacio con otras voces (cotidianas, cercanas, familiares…) que de pronto se nos presentan renovadas y nos hacen volver la mirada al texto.

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* Texto publicado originalmente en la web del diario La Verdad (1-II-2014).
IMAGEN: http://www.caribbeanmedstudent.com/wp-content/uploads/2012/10/07/the-pink-carpet/Christo-and-Jeanne-Claude-Surrounded-Islands-Biscayne-Bay-Greater-Miami-Florida-1980-83-.jpg

martes, 8 de octubre de 2013

UN DECIR ERRADO (2011)


El pasado 5 de octubre se llevó a cabo la presentación de los libros ganadores del I Concurso Nacional de Poesía Delia Rengifo (2011), realizado por SUReditores. En la Antología poética, correspondiente a los textos de los ganadores de mención, se incluye mi poemario Un decir errado.

lunes, 22 de abril de 2013

POESÍA EN EL CBA / FERIA DE LIBROS ENSAMBLADOS

Póster de la feria

Desde hoy hasta el miércoles se llevará a cabo la Feria de Libros Ensamblados en el Centro de Bellas Artes de Maracaibo, donde participaremos en una lectura de poesía. La misma está pautada para mañana, martes 23, a las 5.30 pm.

Para más información sobre la actividad: Feria de Libros Ensamblados.
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IMAGEN: http://maracaibomia.com/wp-content/uploads/2013/04/z381.jpg

sábado, 16 de marzo de 2013

LA VERDAD SEA DICHA... [ENSAYO CIRCUNSTANCIAL N.° 2]



Un ejercicio que caracterizó las primeras décadas del siglo XX fue la revisión del lenguaje. Desde la poesía hasta la matemática, pasando por la filosofía, los sistemas de representación que los sustentaban entraron en crisis bajo el cuestionamiento de las disciplinas que hasta entonces parecían valerse de estos casi con total fe en su transparencia. Así, por ejemplo, las vanguardias históricas pusieron a prueba ―una vez más― las formas tradicionales del poema, la matemática sufrió una crisis de fundamentos y Wittgenstein sospechó de las propias palabras del Tractatus logico-philosophicus (1921), que devino piedra fundacional de la pragmática lingüística. Sin embargo, como huyendo de la sospecha, obviándola, los medios de comunicación parecen hacer uso del lenguaje como si las palabras fueran sólidas (o transparentes, según se mire), confiables, bloques de sentido claro y unívoco; más aún, la publicidad que la prensa hace circular, por lo general, apunta a la veracidad como valor propio, que, en consecuencia, ha de inspirar confianza. Entonces, la pregunta que planteamos es: ¿Cumplir cabalmente tal oferta de veracidad es posible?

Ya en el Curso de lingüística general (1916) Ferdinand de Saussure puso sobre la mesa la sospecha. El lingüista suizo ensañaba en sus clases que el signo lingüístico es una especie de moneda cuyos lados corresponden al significado y al significante, respectivamente. Simplificando bastante podemos intentar resumir su explicación: En el libro usa el ejemplo de la palabra árbol y expone que cuando escuchamos o leemos esta palabra, ese sonido, esa cadena de letras (significante), hacemos una representación mental de lo que entendemos por este (significado). Asimismo, enseñaba que el signo lingüístico es arbitrario; es decir, que la palabra que usamos para designar al árbol pudo haber sido cualquier otra: no hay razón para que denominemos a los árboles árboles.

Partiendo de acá, la lingüística adquirió conciencia del carácter metafórico del lenguaje, lo cual la literatura ha puesto en marcha desde siempre. Pero también la legislación ha tenido que tomar en cuenta esto para evitar lagunas jurídicas. Es decir, las palabras pueden ser un problema, un silencio, más que un simple medio para comunicarnos. Precisamente la pragmática intenta dar cuenta de los elementos que entran en relación en un enunciado, desde la palabra misma hasta, por ejemplo, la situación del tránsito vehicular: texto y contexto, lo cual viene dado por la afirmación de que los sentidos desbordan las palabras. Como recuerda Roland Barthes: «Los significantes son siempre ambiguos; el número de significados excede siempre al número de significantes: sin eso no existiría ni literatura, ni arte, ni historia, ni nada de lo que hace que el mundo se mueva».

Pero volviendo a la pregunta que nos hacemos, ¿es posible cumplir la oferta de veracidad? Si retomamos a Barthes, «la verdad es imposible con el lenguaje». Si este está marcado por una arbitrariedad, si se sustenta en la ausencia, en la metáfora como subsistencia, luego, decir la verdad parece realmente imposible. Sin embargo, hablamos de verdad y veracidad dando por sentado lo que significan. En todo caso, pareciera que generalmente pensamos que un enunciado es verdadero si da cuenta plena, elemento por elemento, de un hecho determinado, lo cual no pasa de ser una representación o interpretación del mismo; esto es, ficción. ¿Y no es este mecanismo el que opera en los medios de comunicación y que hace que ante un evento determinado haya tan diversas lecturas? El habla se ejecuta desde un lugar específico (a veces un poco movedizo, otras con mayor o menor conciencia) que ofrece sus modelos de representación. Y los medios de comunicación son espacios que ofrecen tales modelos por excelencia, de ahí que estos sean susceptibles de lecturas desde lo literario. Ahora bien, las ficciones que leemos cotidianamente en la prensa tienen otros comportamientos o, viéndolo desde otro lado, son recibidas de manera diferente a como recibimos el objeto que concebimos como literario. ¿Qué nos impide hacer lecturas cruzadas?

Los medios han tomado para sí la verdad como estandarte, no así la literatura, sabiéndose imposibilitada para esto desde el comienzo; ¿es que aquellos sí lo ven posible? Una vez más habría que definir qué se entiende por verdadero. Sea como sea, los medios de comunicación tienen pleno conocimiento del rol que juegan socialmente (a estas alturas, casi un poder público más) y evitar tales lecturas cruzadas es fundamental para que funcione la puesta en circulación de los modelos que ofrecen, de lo contrario, no serían más que un poema de amor y veinte canciones desesperadas.

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* Para acompañar, completar, cruzar y despejar esta lectura acá dejo un enlace a Sobre la dificultad de contar, de Javier Marías.
** Un resumen de este artículo fue publicado hoy (16-III-2013) en el diario La Verdad.
IMAGEN:
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/ec/Bundesarchiv_Bild_137-05795%2C_Deutsche_Zeitungen_in_Nordamerika.jpg

jueves, 22 de octubre de 2009

«UN BREVE QUEJIDO NOS ACORRALA»


Los poemas de Lucky bar poems (1990), de Alberto Áñez Medina, son un ejercicio de reconstruir una memoria, de volverla palpable. Cada texto hace un recorrido por personajes, lugares o episodios en ese intento de recuperar el pasado a través de la palabra y hacerlo presencia; después de todo, no otra cosa es, en este caso, el poema más que memoria transformada en y por la palabra.

«Ella», «Él», «El sitio» e «Historia» son las partes en que se divide el poemario y las que rescata esta poética, alabando a ella, proclamando un mea culpa él y multiplicándose en muchos sitios el sitio y en historias la historia.

Así, en la primera parte, ella es el eje de cada poema, el agente que pone en movimiento el tema: «Ella siempre / [...] / quizás aparece / despabilando el ovillo», «Ella misma / [...] / tal vez insiste / restituyendo la inquisición», «Ella toda / [...] / acaso presume / inventando la piel», «ella ubica», «ella exprime», «ella empotra». Y lo que al principio aparece entre dudas, va ganando, poema tras poema, seguridad; ya no quizás, tal vez o acaso, sino verbos que suceden a ella sin elemento alguno que medie, señalado de esta manera su rol en el poema.

En la segunda parte, él, al igual que ella, deviene agente del texto poético, pero en este caso el personaje asume el papel de evocador, del que ofrece su voz al recuerdo «En los sitios de siempre / viviendo / con el cristal y una sonrisa» porque «Beber se vuelve incontenible». Por lo mismo, a través de él pasan ella, los sitios y las historias que encontramos a lo largo del libro. ¿Podremos decir entonces que es este elemento/personaje el que realmente despabila el ovillo del poemario? Cualquier respuesta sería apresurada y exige mayor desarrollo.

«El sitio», a su vez, recorre los lugares donde él, con cristal y música, convoca a ella y las historias compartidas. Leemos la ciudad, el bar, el público, el barman, el espectro, la barra, la rocola, el licor, la botella y la ebriedad. El poema vuelve lugares cosas que, en principio, no lo son; sin embargo, ¿cómo negar la cualidad de sitio a la rocola? Después de todo su «breve quejido» está ahí para construir una atmósfera, un ambiente; luego, un espacio. ¿O cómo evitar entrar al espacio que es la botella? En este ejercicio de la memoria, esta «queda parada / [...] / insomne / vacía / sola / sin / tí [sic]». Como vemos, estos sitios además sitian el lugar, se lo apropian, pero sobre todo, hacen mella en él, que está sentado en la barra, «donde / los cuatro evangelios / se saludan.»

Por último, la historia, esos mínimos sucesos que el poema recupera para él. No hay texto en esta parte que no mire atrás desde la palabra: «No pudimos evadir / el vaivén del olvido», «También el malvivir / costó el lienzo del asombro», «Nos aconsejaban dejar la mala vida / por la blancura del despojo».

Al igual que en las otras partes del libro, en esta se juntan todas, solo que, también como en el resto, los poemas giran en diferentes ejes, aunque cada uno responda a la misma voz que los convoca: la memoria de él.
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La rocola

Desde el fondo
de tu calor
un breve quejido
nos acorrala
nos destituye
nos desemboca
sobre el torrente marginal
de las vigilias.

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ÁÑEZ MEDINA, Alberto (1990). Lucky bar poems. Fondo Editorial Orlando Araujo. Ediluz. Maracaibo, Venezuela. p. 47.

sábado, 8 de agosto de 2009

ELEAZAR LEÓN (1946-2009)

Eleazar León
(1946-2009)

En el olvido

Elegiría un espacio
al azar de los vientos y del sol y del frío

una extensión
de desafiantes climas

de oscuros
socavones sombríos

y enterraría implacable en el olvido
mis recuerdos mis actos mis promesas
todos los arduos días
hasta no ser ya más que polvo de un desierto
cuya arena no existe
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LEÓN, Eleazar (1974). Por lo que tienes de ceniza. Ediciones de la Universidad Central de Venezuela. Caracas, Venezuela.

lunes, 13 de julio de 2009

FELIZ CUMPLEAÑOS + NOTAS DE UNA POÉTICA (II)


A un día de haberse celebrado un aniversario más del nacimiento de Pablo Neruda, transcribo un fragmento del poema «El hombre invisible», perteneciente a sus Odas elementales.

Yo me río,
me sonrío
de los viejos poetas,
yo adoro toda
la poesía escrita,
todo el rocío,
luna, diamante, gota
de plata sumergida,
que fue mi antiguo hermano,
agregando a la rosa,
pero
me sonrío
siempre dicen «yo»,
a cada paso
les sucede algo,
es siempre «yo»,
por las calles
sólo ellos andan
o la dulce que aman,
nadie más,
no pasan pescadores,
ni libreros,
no pasan albañiles,
nadie se cae
de un andamio,
nadie sufre,
nadie ama,
sólo mi pobre hermano,
el poeta,
a él le pasan
todas las cosas
ya su dulce querida,
nadie vive
sino él solo,
nadie llora de hambre
o de ira,
nadie sufre en sus versos
porque no puede
pagar el alquiler,
a nadie en poesía
echan a la calle
con camas y con sillas
y en las fábricas
tampoco pasa nada,
no pasa nada,
se hacen paraguas, copas,
armas, locomotoras,
se extraen minerales
rascando el infierno,
hay huelga,
vienen soldados,
disparan,
disparan contra el pueblo,
es decir,
contra la poesía,
y mi hermano
el poeta
estaba enamorado,
o sufría
porque sus sentimiento
son marinos,
ama los puertos
remotos, por sus nombres,
y escribe sobre océanos
que no conoce,
junto a la vida, repleta
como el maíz de granos,
él pasa sin saber
desgranarla,
él sube y baja
sin tocar la tierra,
o a veces
se siente profundísimo
y tenebroso,
él es tan grande
que no cabe en sí mismo,
se enreda y desenreda,
se declara maldito,
lleva con gran dificultad la cruz
de las tinieblas,
piensa que es diferente
a todo el mundo,
todos los días come pan
pero no ha visto nunca
un panadero
ni ha entrado a un sindicato
de panificadores,
y así mi pobre hermano
se hace oscuro,
se tuerce y se retuerce
y se halla
interesante,
interesante,
ésta es la palabra...

miércoles, 8 de julio de 2009

A DIARIO. CLAVES PARA UNA LECTURA



a) autonomía.
(Del lat. autonomĭa, y este del gr. αὐτονομία).

1. f. Potestad que dentro de un Estado tienen municipios, provincias, regiones u otras entidades, para regirse mediante normas y órganos de gobierno propios.
2. f. Condición de quien, para ciertas cosas, no depende de nadie.
3. f. comunidad autónoma.
4. f. Máximo recorrido que puede efectuar un vehículo sin repostar.
5. f. Tiempo máximo que puede funcionar un aparato sin repostar.

b) independencia.

1. f. Cualidad o condición de independiente.
2. f. Libertad, especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro.
3. f. Entereza, firmeza de carácter.

(Ambas definiciones tomadas del DRAE.)

c) «...el lenguaje es la forma de nuestro pensamiento. Se trata [...] de que el lenguaje forma el proceso del pensamiento y, como resultado final, lo limita hasta cierto punto. [...] Pensamos en nuestro lenguaje; pensar no es más que hablar.»

SCHAFF, Adam (1967). Lenguaje y conocimiento. Editorial Grijalbo. México D.F., México. pp. 18-19.

d) Nombro, no descubro
Cuando salgo de casa llevo conmigo a las palabras.
Entonces comienzo a descubrir las cosas,
veo esto y aquello con asombro de neófito
en una ventana. O quizás no veo ni descubro
nada nuevo y asombroso sino que nombro y nombro.
Por eso fue bueno traer conmigo a las palabras,
fue útil tenerlas a mano, conmigo, en alguna parte
de mi mente para comprobar
que todo lo que descubro se reduce a ellas.

Juan Calzadilla

viernes, 3 de julio de 2009

ELIZABETH SCHÖN

Hoy, nada más que por ser hoy, transcribo dos poemas que me regaló Elizabeth Schön:

[I]
Yo diría que los niños necesitamos, como los barcos, de un muelle muy amplio y de unas aguas muy quietas y transparentes.

[II]
Arranco.
Salgo veloz
ni la iguana me alcanza.

SCHÖN, Elizabeth (1998). Antología poética. Monte Ávila Editores Latinoamericana. Caracas, Venezuela. pp. 51 y 96.

lunes, 30 de marzo de 2009

MÁS FÚTBOL...



Fútbol en la calle Costa Rica
Fernando Sorrentino
Las empresas inmobiliarias ejercen cierta poética de intención lucrativa. Así, al barrio de Las Cañitas lo llamaron La Imprenta, y a mi barrio natal, que era Palermo a secas, Palermo Viejo. Y ahora, peor aún, lo rebautizaron Palermo Hollywood.

Las cinco primigenias repúblicas centroamericanas corren desde la frontera sur (terraplén del Ferrocarril San Martín) hasta la norte (calle Dorrego). Las calles, aunque arboladas, son irremisiblemente grisáceas.

El arco tiene sus postes en un árbol y la pared; el travesaño, invisible, es la altura del brazo vertical del arquero, estirado al máximo. Hay un arco en cada vereda, y, entre ellos, unos cincuenta metros. El partido, describiendo su geometría, se denomina cruzado.

Ecuánimes como los terremotos y como las epidemias, vandálicos futbolistas usurpan calzada y aceras, asestan pelotazos en las ventanas, salpican con el agua sucia de la cuneta, ponen en peligro el físico de los peatones. La justa reprobación, el sacro odio de los vecinos ultrajados es un aceite ominoso que cae sobre ellos.

Más allá del bien y del mal, a los jugadores la furia circundante los tiene sin cuidado. Las quejas y amenazas jamás consiguen abreviar un solo minuto el partido. Termina cuando tiene que terminar.

Salvo dos casos de fuerza mayor:
A veces, la pelota cae en una casa hostil. De allí puede no volver nunca, y es como un amigo querido que parte en un viaje sin retorno. O puede volver acuchillada y destripada, y es como recibir el cadáver mutilado de ese mismo amigo.

Otras veces es el advenimiento de la ley —bajo la hipóstasis de agentes de la comisaría 31— el que provoca en los deportistas la dispersión y la fuga, honorables si se logra salvar la pelota para próximos partidos.

Estas cosas nos ocurrían hacia 1952, hacia 1954...

Hace muchos años que no hay fútbol en la calle Costa Rica. Yo, vándalo de aquel entonces, recibo ahora ese recuerdo como si fuera un perfume.
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FUENTE: http://www.letralia.com/180/articulo02.htm

viernes, 27 de marzo de 2009

LENGUAJE Y FÚTBOL


Dos ámbitos semánticos del lenguaje del fútbol en España
Leonardo Gómez Torrego. Instituto de la Lengua Española (CSIC)

El lenguaje del fútbol presenta todos los rasgos de una jerga, pues es un lenguaje especial y familiar que usan entre sí los aficionados a este deporte y que difícilmente entienden quienes lo desconocen. Ahora bien, en el uso de los rasgos jergales futbolísticos no existe, como ocurre en otras jergas, por ejemplo en la del hampa, la intención de no hacerse entender por los no aficionados; muy al contrario, quien habla con tales rasgos cree que todos los que se escuchan entienden lo que se dice. No hay, pues, intención de ocultamiento, aunque pueda ser críptico el lenguaje empleado. En efecto, es difícil que el no entendido en el deporte del fútbol pueda comprender expresiones como «El extremo dio el pase de la muerte a su compañero» o «Todo el equipo está colgado del larguero»; pero, insisto, si un locutor de televisión o radio se expresa de esta manera es porque está convencido de que todos los espectadores u oyentes entienden los significados de tales voces o expresiones; de hecho estas se proyectan también en la prensa escrita. De todas formas, es cierto que en la jerga futbolística hay rasgos semánticos o retóricos más transparentes que otros. Así, si un no entendido en las peripecias futbolísticas está viendo un partido por televisión y oye de labios del locutor de turno «El jugador remató con la cabeza» (con el uso metafórico de rematar), lo más probable es que haya comprendido el mensaje. Otra cosa es cuando se dice, por ejemplo, que «El árbitro le ha tomado la matrícula a un jugador», que «El delantero la dio con la de palo», que «El extremo remató al palo corto», o bien que «La pared que hicieron Joaquín y Villa fue estupenda». Son éstas expresiones muy opacas para quien no está familiarizado con las retransmisiones futbolísticas.

En una jerga, lo más característico de su lenguaje es siempre el léxico. En la que aquí nos ocupa nos vamos a fijar en dos ámbitos léxicos bastante opuestos, que, sin duda, son los más llamativos. El primero de ellos, indudablemente el más representativo, es el ámbito bélico. Un partido de fútbol se concibe como una guerra entre dos ejércitos: hay vanguardia y retaguardia; defensa, ataque (defensores y atacantes) y contraataque; existe una táctica en la disposición y movimiento de los jugadores en el terreno de juego; en un equipo hay un capitán o varios; al delantero centro se le llama también ariete; se habla de tiros, disparos o cañonazos a puerta (‘lanzamientos con violencia a la portería’); se fusila al portero (‘se lanza el balón a la portería con gran potencia’); se remata (‘se da al balón generalmente con la cabeza o el pie para hacer un gol’); un jugador puede estar en un momento determinado con el gatillo preparado (‘con la pierna preparada para dar al balón’), o se dice que el jugador (no) ha engatillado bien el balón; se bombean balones al área contraria (‘se lanza el balón por alto con una trayectoria parabólica’); un jugador arma la pierna para dar a la pelota (‘prepara la pierna’); un equipo se rearma (‘se reordena o se refuerza con nuevos jugadores que sustituyen a otros’); algunos árbitros desenfundan (‘sacan lar tarjetas o cartulinas con mucha rapidez para mostrárselas a los jugadores que cometen ciertos tipos de infracciones, tal y como haría un buen pistolero’); hay defensas numantinas o inexpugnables (‘jugadores que en la defensa se emplean con especial potencia y ardor cuando su portería se siente muy acosada por el equipo contrario’); en esta misma situación, también se dice que se apela a la heroica o a la épica; un equipo de fútbol puede salir al campo con todo su arsenal y, además, sus jugadores son denominados efectivos; un entrenador saca toda su artillería cuando su intención es atacar la portería contraria para hacer goles, por lo que los grandes goleadores se llaman artilleros; en ocasiones se pone cerco a la portería contraria o se la asedia; un equipo juega a ráfagas cuando juega bien en ciertos momentos y mal o regular en otros; los balones lanzados con mucha potencia a la portería se llaman también obuses; los jugadores tienen la pólvora mojada cuando no hacen goles; y si un jugador lanza el balón con frecuencia a la portería con intención de hacer gol, y se le va fuera, se dice que tiene el punto de mira desviado; y cuando queda una última posibilidad de hacer gol, lo normal es decir que al equipo le queda un último cartucho; los equipos a veces se convierten en murallas o fortines; y si el entrenador arriesga mucho sacando más delanteros en detrimento de las defensas porque necesita neutralizar la ventaja del equipo contrario en el marcador, se dice que quema las naves o que han tocado a rebato, o, incluso, que han sonado los tambores de guerra; y un equipo puede someter al otro a un bombardeo continuo (‘lanzamientos continuos a la portería).

Relacionados con este léxico bélico se encuentran algunos vocablos que aluden a la muerte. De hecho se llama pase de la muerte a la acción de dirigirse con el balón un jugador en diagonal desde la línea de banda hacia la línea de fondo para, una vez cerca de esta, pasar el balón hacia atrás (también en diagonal), de forma que un compañero más retrasado en su posición en el campo pueda empujar el balón a la portería y hacer gol. Se habla también de un balón muerto, cuando este ha quedado frenado o casi frenado entre jugadores de uno y otro equipo. Hay, además, contraataques mortales, letales o mortíferos y, como ya se ha apuntado, hay mucho o poco remate o se remata mucho o poco en un partido de fútbol; si un jugador es un buen «rematador» y hace goles con frecuencia, se puede decir de él que tiene instinto asesino o que es un matador del área. Al punto desde donde se lanzan los penaltis se le llama punto fatídico, y los jugadores que juegan en la delantera son verdaderos puñales o flechas si son muy rápidos. Es frecuente, además, decir que un lanzamiento a puerta se envenenó si, cuando parecía que no llevaba peligro, al final, por alguna circunstancia, como el hecho de golpear en un jugador, lo adquiere por desviarse su trayectoria; como consecuencia, hay lanzamientos envenenados.

Contrasta con este lenguaje bélico el de otro ámbito que tiene que ver con sentimientos y actitudes o actividades más o menos afectivas, lúdicas, artísticas o, incluso, poéticas. Se dice, entre otras cosas, que el balón besó las mallas (‘tocó o golpeó en la red de la portería, por lo que se produce un gol’); que el balón acarició o lamió el poste (‘pasó muy cerca de uno de los postes de la portería’); que un jugador mima (o trata con mimo) el balón (‘toca el balón con suavidad y dominio’) o que tiene un guante en su pierna (‘golpea el balón con gran precisión, especialmente cuando lo dirige a un compañero a una distancia considerable’); en el fútbol se ejecutan vaselinas, metáfora que tiene que ver con la suavidad con que alguien toca el balón levantándolo por encima del portero para hacer gol; un balón entra llorando o mansamente en la portería si se dirige a ella con lentitud; los balones se pasean por el área si pasan por entre jugadores de uno y otro equipo sin que ninguno logre tocarlo, y rondan la portería (‘el balón está con mucha frecuencia en el área de un equipo con el peligro claro de que a este le hagan gol’); un equipo puede dormir un partido si pretende que el ritmo sea lento porque le interesa; y también un jugador duerme la pelota (o el balón) cuando, bajando esta de lo alto, él es capaz de dejarla con el pie sin apenas movimiento o desplazamiento, en un alarde de dominio y de técnica; si el balón cae en la zona central del área, se dice que ha caído en el corazón del área; por otra parte, las jugadas se pueden hilvanar o trenzar; y si un equipo juega muy bien, se dice que ha bordado el juego; cuando un jugador toca intencionadamente el balón con la cabeza con un ligero roce, de modo que el balón apenas tome altura, para que vaya directamente a la portería contraria o indirectamente a un compañero con la intención de hacer gol, se dice que peina el balón, metáfora muy atrevida sin duda, que podríamos entender como invertida, pues no es el balón el que hace de peine, como cabría pensar, sino la cabeza del jugador, que, fuera de la jerga futbolística, sería la cosa peinada. Hay también toques (del balón) sutiles. En esta línea casi poética, pueden comentarse algunas voces que guardan relación con la música. Así, una cantada (o un cante) del portero o de un defensa es un error garrafal; de la misma manera se dice que el portero cantó en una jugada si falló ostensiblemente, y si se quiere ponderar el fallo aún más, se dice que el portero cantó más que Pavarotti. Por otra parte, un equipo baila a otro (obsérvese la construcción sintáctica: en la lengua estándar nunca se dice que «una persona baila a otra») si sus jugadores se pasan el balón entre sí de forma que los jugadores contrarios sean incapaces de quitárselo; también se aplica este verbo a un jugador que hace lo mismo con un contrario hasta ‘marearlo’ (hipérbole propia también de esta jerga). Además, del jugador que distribuye el juego en el centro del campo se dice que es el director de orquesta o que lleva la batuta de su equipo; el fútbol-acordeón es el que se caracteriza por que los jugadores de un equipo se «despliegan» y «repliegan» ordenadamente, juntándose y separándose según las circunstancias del juego. Cuando un jugador se eleva limpia y ágilmente para dar el balón con la cabeza, haciendo con el cuello un giro obligado con el fin de dirigir el balón con intención de hacer gol, se dice que marca los tiempos. Además, en un partido hay ritmos lentos, rápidos, trepidantes… como en la música; y hay jugadores como el francés Zidane o el brasileño Ronaldinho, de los que se dice que hacen balé con el balón. Incluso una flagrante impropiedad léxica como la que se produce con la locución al unísono, propia del mundo musical, con el significado de ‘a la vez’ («Los dos jugadores saltaron al unísono») se oye y se ve escrita con alguna frecuencia en los medios. Tampoco es raro oír hablar de los diversos compases del partido, por ‘los diversos momentos del partido’.

En resumen, dos ámbitos semánticos que contrastan: la épica y la lírica en la jerga futbolística.

martes, 10 de febrero de 2009

SÍ, DARÍO, YA TE OÍ


Si todo poema es por naturaleza sonoro, el palíndromo extrema esta cualidad por la misma necesidad de que los elementos acústicos se repitan. Así, al tiempo que se construye el tejido de doble vía (el palíndromo), aparecen mecanismos cuya base es el sonido mismo (piénsese en figuras como aliteración, calambur, paronomasia o poliptoton, por ejemplo).
Como nunca, en estos textos las palabras se muestran dispuestas al juego, a dejarse descubrir a una nueva luz (¿o voz?). Se paran (las palabras) frente al espejo y encuentran una resonancia justa que por lo mismo invita a la risa. Y es que es casi inevitable pensar en estos textos como resultado de una escritura especular, la misma que crea ese camino de ida y vuelta que mencionábamos.
(¡Qué de palabras tiene que usar uno para decir que le gusta un libro!)
Bueno, para cortar con esta sarta de palabras raras, los dejo con varios poemas de Darío Lancini (Caracas, 1932), tomados de su libro Oír a Darío:

1.- Yo hago yoga hoy.

2.- Yo sonoro no soy.

3.- Yo corro, morrocoy.

4.- Leí, puta, tu piel.

5.- Abanico con amoníaco
cocainómano cocinaba.

6.- ÁCIDA SAETA
Al abad anonadaba
la atea sádica.


7.- SÍSIFO
Pausado poeta,
lee.
Solo ibas,
sereno.
Tal poeta
yo soy.
Orad.
Ni paranoico
me emocionará
Píndaro.
Yo soy ateo,
Platón,
eres sabio
lo sé.
El ateo
poda su apófisis.


POST SCRÍPTUM: aunque él diga que no, sonoro sí es.

lunes, 29 de septiembre de 2008

2 COSAS HECHAS DE PALABRAS

1
Dame tu nombre
a lápiz
en un papelito

sí, así
yo me encargo de la cinta adhesiva
de fijarlo a un lugar tranquilo
y ahí lo riego
luego esperaré
veré cómo le salen raíces
cómo va invadiendo la habitación
hasta el momento en que quiebre el suelo
y me toque caer.

2
todos los bancos son instituciones de crédito
todos los objetos de piedra en el Parque de las Descalzas son bancos
[luego]
todos los objetos de piedra en el Parque de las Descalzas son instituciones de crédito

(2 fue tomado de Las palabras, las ideas y las cosas, de Manuel García-Carpintero)

domingo, 21 de septiembre de 2008

DOMINGO: DÍA DE FÚTBOL


Ya han pasado cerca de 3 años desde que me recomendaron leer El fútbol a sol y sombra de Eduardo Galeano. Hasta ahora sólo había leído fragmentos en pdf, nunca el libro completo.
Todo empezó cuando hice un trabajo sobre la Barra Sin Vergüenza, hinchada del Unión Atlético Maracaibo, para sociolingüística.
El proceso consistió en ir a juegos, pararme en el bululú, brincar, imbuirme en los gritos (y ser practicante a ratos) y estar atento a los botones de rec y stop en la grabadora. Todo el material estaba ahí. Paralelo a esto estaba la teoría, los libros, el lenguaje congelado, las gradas pensadas.
Cuando me entregaron el trabajo, había una nota al final: "Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece." Se trata de una cita tomada de la Confesión del autor. Inmediatamente antes se lee: "Han pasado los años, y a la larga he terminado por asumir mi identidad: yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo sombrero en mano, y en los estadios suplico:
-Una linda jugadita, por amor de Dios."
Quizá se trate de querer extender esta juventud y malcriadez; de postergar la oficina, el banco, las cuentas y esas cosas de grande; lo cierto es que no me imagino llegar a ese estado tan... ¿ecuménico, místico, beatífico? Es decir, que no me importe de dónde venga el buen fútbol. Sinceramente no me entra. Estoy consciente que quiero buen juego para el equipo que sigo y que no festejo la maravilla que pueda hacer el "enemigo". Para ser claros: grité el doblete del Barça en 2006 (Liga + UEFA Champions League) y me molestaron las dos ligas del Real Madrid que le siguieron; me bajé y corrí en la cancha cuando el U.A.M. ganó su primera estrella y bajé la cabeza las veces que el Caracas FC nos humilló. Más aun, no me regocijaron las buenas actuaciones de los rojos del Ávila en la Copa Libertadores, no, no, no...
Lo siento, sigo siendo intestinal, visceral, cuando de fútbol se trata.
Por cierto, en estos momentos en que poco he festejado futbolísticamente, ha calado muy bien ese anhelo de Galeano para un equipo: que sea "un solo bicho de once cabezas y veintidós piernas". ¿Cómo no estar de acuerdo con esto? Ese es el bicho que quiero volver a ver, aquí y allá, siempre azulgrana.
(NOTA: ¿qué, esperabas comentarios sobre el libro? No, el fútbol hace estas cosas; yo también pensaba escribir algo diferente y terminé botando espuma)

domingo, 7 de septiembre de 2008

"A LÍNGUA É MINHA PÁTRIA" (CHICO BUARQUE X 2)


Al principio pensaba hacer una nota medio crítica, más tipo reseña bibliográfica, pero luego me dije que no, que dejara hablar a Chico tranquilo. De todas formas, es muy probable que todo se resuma a pura "pereza crítica" (mal del que se adolece hoy). Sea como sea, acá los dejo con varias citas de la novela Budapest de Chico Buarque. Una lectura recomendada al 100 %.

1.- "...temí que en aquel momento me dijese: poséeme, hazme el amor, fóllame, jódeme, destrózame, ¿cómo dirán las húngaras esas cosas?"
Primero la risa que pone en evidencia el placer de lo recién escuchado, luego la pregunta: ¿qué hace que me guste tanto? Evidentemente, el tema; porque aquí se habla del lenguaje, de las palabras, no de otra cosa. Y sí, tengo predilección por ese tema.
Chico nos "acerca" a la lengua húngara, con la que nada y poco menos he tenido contacto, que se presenta lejana en extremo, y nos (me) parece natural que haya cosas que sólo en nuestra lengua materna se puedan decir.
(NOTA: pero Chico es brasileño y habla portugués. Entoces, ¿parece natural decir ciertas cosas en español y portugués solamente? Pobres húngaros, polacos, vascos o esquimales que no pueden amar naturalmente...)
2.- "Tal vez la muchacha tenía una manera de cantar la lengua que yo, aun sin comprenderla, podía pillarla de oído."
Lo primero que me viene a la mente es: Chico tiene que estar burlándose de nosotros; claro, con lo músico que es, pillará seguramente el húngaro, el finés, las lenguas aborígenes e incluso las muchas lenguas muertas. Pero, ya va: Chico no es el que habla, ¿o sí? Pobre José Costa... (protagonista de la novela).
3.- "Aquel día entré en su casa con el propósito de aclarar las cuentas y dar por cerrado aquel curso de mierda. Pero antes de irme haría un pronunciamiento en lengua portuguesa, en un portugués brasileño y muy rudo, con palabras agudas terminadas en ão y con nombres de árboles indígenes y platos africanos que le diesen miedo, un lenguaje que redujese su húngaro a cero."
José Costa (Zsoze Kósta) recibe un curso de húngaro de una tal Fülemüle Krisztina, con la que además tiene un romance. Tras un malentendido por cosas del lenguaje, él se molesta; luego viene el pasaje citado.
Supongo que me gusta por la manera casi "terrorista" en que defiende su lengua materna, haciendo hincapié en las obviedades, en las características que primero nota el de afuera (ese "ão" del portugués, por ejemplo).
Cuando habla de defender su lengua aparece visceral y parece (o se me antoja) que mostrara el esqueleto del portugués brasileño: rudo (aunque yo usaría el adjetivo "musical", más bien), palabras agudas terminadas en "ão" y palabras de orígenes indígena y africano.
4.- "Tuve miedo de, en un arrebato, atraerla contra mi pecho y decirle las cosas que sólo sabía decir en mi lengua, llenando sus oídos de palabras indecorosas, quizá africanas."
En la misma onda del fragmento anterior. Se le suma lo que comentábamos respecto a la primera cita: hay cosas que sólo atinamos a decir en nuestra lengua materna (cólera [léase rabia, arrechera], amor, dolor, pérdida, miedos, etc.).
Cosas, no palabras...
5.- "Volví a llamar y a llamar y a llamar, hasta darme cuenta de que llamaba por el placer de oír mi lengua materna: hola, soy Vanda... Entonces se me antojó dejar un mensaje después de la señal, porque hacía tres meses, o cuatro o más, que yo tampoco hablaba mi lengua: hola, soy José. Había un eco en la comunicación, soy José, que me daba la impresión de que las palabras salían extraviadas de mi boca, Vanda, Vanda, Vanda, Vanda. Y comencé a abusar de aquello, y dije Pão de Açúcar, marimbondo, bagunça, adstringência, Guanabara, dije palabras al azar solamente para volver a oírlas."
Este fragmente es de lo mejor. Deviene casi en acto amoroso, corporal, por el ritmo, el frenesí del mismo; es un tren incontenible, explosión. Como diría otro tipo ahí: "Gosta de sentir a minha língua roçar a língua de Luís de Camões". Pura palabra concreta como querían los hermanos De Campos y compañía.
6.- "...a medida que perfeccionaba mi literatura, naturalmente comencé a descuidar la relación con Vanda. De tanto dedicarme a mi oficio, escribiendo y reescribiendo, corrigiendo y depurando textos, esmerándome en cada palabra que ponía en el papel, no me quedaban buenas palabras para ella. Ya no tenía ganas de manifestarme ante ella, y, cuando lo hacía, era para decir tonterías, lugares comunes, frases desaboridas, con errores de sintaxis, cacofonías. Y si alguna noche, juntos en la cama, me acudían a la boca palabras adorables, yo las contenía, las economizaba para un futuro uso práctico."
No sé qué comentar. ¿Es que a tanto llega el gusto por las palabras? ¿es que puedo besar la "boca" en lugar de una boca? ¿es que puedo acariciar el "cuerpo" en vez de un cuerpo? Sí, alguna vez dijo André Breton que las palabras hacían -hacen- el amor, pero -OJO- entre ellas, son endogámicas, no nos invitan.
Sólo una cosa: el lenguaje también es un cuerpo.
7.- "...cuando aprendí a tomar distancia del yo del libro, mi lectura fluyó."
Una clase de narratología, pues...
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Para finalizar, los dejo con esta Construção que de-construye el lenguaje tan concretamente que, en efecto, deviene cuerpo, materia, en la canción.


P.D.: Gracias a Caetano Veloso por prestarme un verso para el título de esta entrada. El mismo lo extraje de la canción Língua, del disco Velô (1984).

domingo, 13 de julio de 2008

JEAN COCTEAU. ¿APUNTES SOBRE EL POEMA SONORO?


El texto que sigue fue extraido del libro Opio, de Jean Cocteau.


Carta de Columbia. - Si después de mi convalescencia, grabo poemas, evitaré el sacar una fotografía de mi voz. Un problema más que se plantea. Resolverlo abriría una puerta a posibilidades asombrosas de discos convertidos en objetos auditivos en lugar de ser simples fotografías para el oído.
Colocación improvisada de las palabras, vena emocional, encuentro fortuito de las palabras graves con una orquesta de baile, el azar hecho estatua; en suma, un medio para atrapar la suerte, para crear lo definitivo, medio absolutamente nuevo, absolutamente impracticable en los tiempos en que era preciso aparecer en persona cada noche.
Evitar los poemas al estilo Plain-Chant; escoger los poemas de Opera, los únicos lo bastante rotundos para prescindir del gesto, del rostro, del fluido humano, para resistir junto a una trompeta, a un saxofón, a un tambor negro.


* * *
Hablar bajo muy cerca del micrófono. Ponerse el micrófono en el cuello. Supongo que así cualquiera voz agradable derrotaría a Chaliapin, a Caruso.


* * *
Regrabar discos. Cambios de velocidad convertidos de nuevo en normales. Voces celestes.


* * *
Es importante que la voz no se parezca a mi voz, sino que la máquina emplee una voz propia, nueva, rotunda, desconocida, creada en colaboración con ella. El Busto, por ejemplo, declamado, clamado por una máquina como por la máscara antigua, por la antigüedad.
No adorar nunca más las máquinas ni emplearlas como mano de obras. Colaborar con ellas.