En el artículo anterior intentamos hablar de la memoria; sin embargo, no estamos seguros de haberlo logrado. En esta oportunidad haremos otro intento, aunque tengamos la leve intuición de que cualquier esfuerzo será desviado, se perderá en el camino y acaso conseguirá reconocer la vía de vuelta. ¿Por qué? Porque la memoria juega a eso. No hace falta mucho, 30 años son suficientes, incluso menos. Una vez que miramos atrás, el registro se quiebra y la imagen dislocada se multiplica en fragmentos que nos ofrecen recuerdos alterados, intervenidos con otros signos. ¿Cómo haremos entonces para darles forma, para nombrarlos? Pareciera que cualquier esfuerzo se ve desbordado por la memoria. Cuando creemos haber tendido un buen coto, notamos que hay una fuga justo al lado, un desplazamiento que nos interpela, que nos invita a responder, pero ante el que no atinamos palabra alguna. Toca replantear las formas de hacer silencio, sus lecturas posibles, pero también, ejercitar el tartamudeo, los espasmos verbales, labrar otra dicción, otra ficción, otras rutas de escritura; que el estilo —punzante— se hunda, penetre y cave una salida que quizás pueda encontrarse con aquella fuga del desbordamiento.
Ahora bien, ¿qué pasa si tampoco es posible cavar un nuevo trayecto así? Entonces es posible, mejor dicho, es necesario hablar de otra forma, tensar la sintaxis, la gramaticalidad, las formas del poema, el orden del discurso; tomar prestado, reubicar, desplazar la voz hasta un continente diferente, ajeno, apenas conocido. Después de todo, no somos los mismos lectores de siempre. «Las palabras ya no se escriben para ser leídas, sino que son meramente materiales para mover, compartir y manipular» (@UncreativeWriti, 20-IX-2012). Al final, un nuevo organismo ocupará la página/pantalla. Sin embargo, este organismo será igualmente textual, con otros comportamientos, ciertamente mutante, pero no dejará de ser texto; es decir, un organismo que exige lecturas.
¿Pero podrá finalmente este abordar la memoria? No parece posible. Todo apunta a que el poema (el organismo, el texto) se uniría a esta, adquiriría sus colores, algunos sonidos y olores, se replegaría con ella y finalmente devendría parte de esta, la borraría, ocuparía su lugar.
______________
* Texto publicado originalmente en el diario La Verdad (20-VII-2013, p. 4)
IMAGEN: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWB4wsQkFxgf0MHOplMZJv7dnztXtmaXJ1JfMsfImEUvRQ8pqP3t2z_ohlwX3MILQFU9Jj04srXG8XWxkUup8QwdwI7docEbf0J9nxWfLxsAlf5-J0jzfkUwFUiKPoR8HBn-I-U1jg6Dei/s320/duelo.jpg