Los pasados 18, 19 y 20 de septiembre se llevó a cabo el evento Persistencia del Alucinado, en homenaje al poeta Hesnor Rivera. El viernes 20 empezó el día con la conferencia del ensayista Miguel Ángel Campos, quien de entrada fijó parte de su propósito: despejar la leyenda que hay en torno a la figura del poeta. Y a continuación, indicó ese trabajo como posible vía para la crítica.
Precisamente hablando sobre la leyenda, dijo que parte de esta se debe —quizás— al propio Hesnor en un intento de crear una «ecología» en la que pudiera surgir su obra, puesto que el contexto, la ciudad, más específicamente, era (sigue siendo) culturalmente «tosca». Así, por ejemplo, sería una invención el sonado encuentro del grupo Apocalipsis con André Breton.
Si aceptamos esta premisa, la de la leyenda creada por el propio escritor, ¿cabe también la pregunta sobre la relación de vida y obra? ¿O es entre leyenda y obra? ¿Son del todo separables? Si este es el caso, la creación de una figura llamada Hesnor (flâneur, surrealista, viajero, poeta irreverente, líder apocalíptico, etc.) tal vez habría que entenderla como un proceso consustancial a la obra, que participa de su misma mecánica y, por lo tanto, necesaria para acercarse a su obra, bien sea para desestimarla o para tomarla como punto de partida. (¿Quizás podríamos decir que se trata de un lado performativo de su obra?)
Particularmente este punto me llamó la atención. Por supuesto, habría que mirarlo y desarrollarlo aún más, sin contar otros temas mostrados por Campos en su intervención, como el de Rivera como uno de los mejores sonetistas, al tiempo que es considerado surrealista (y que no haya contradicción en esto); la ciudad fracasada de sus últimos sonetos; la tosquedad de esa misma urbe, etc.
P.D.: Hace unos años una profesora me dijo que Hesnor había copiado/plagiado/robado el poema Silvia. De vez en cuando me acuerdo e intento averiguar. ¿Parte de la leyenda?
__________________
* Texto publicado originalmente en el diario La Verdad (sábado 28-IX-2013, p. 4).