sábado, 25 de mayo de 2013

EL «BONUS TRACK» DEL «BONUS TRACK»

Caja para ensamblar

En una reciente lectura de poesía, un video iba mostrando fotografías de los poetas participantes; cuando se detenía en una, leía la persona que correspondía a la imagen proyectada. Cada participante tenía un minuto para leer, luego seguían pasando las fotos y el que leyó debía pasar el micrófono a otro, y así sucesivamente.

Hasta ahora nada mal. El problema se da cuando tal dinámica se presenta a sí misma a medida que la actividad avanza. Los lectores no saben qué hacer, continúan leyendo o se quedan callados una vez que suena el tictac que marca el fin del minuto. Los poemas quedan descuartizados, apenas alcanzan a decir algo, devienen objetos inservibles.

Conforme avanza el recital, los poetas le van tomando el ritmo, el pulso a la actividad. Los textos igualmente quedan recortados, solo que ahora son cortes producidos adrede, intencionales. Los que leen no pueden evitar quejarse y de vez en cuando prolongan la lectura más allá del tiempo permitido.

El hecho de que el poema quede a medio camino, como cortado, no es necesariamente un problema, como tampoco lo debe ser que el lector/productor de sentido quede descolocado, con la frase a medias. De hecho, conceptualmente es una gran posibilidad. El poeta/lector se vería obligado a reformular el texto; si debió escoger fragmentos para que «entraran» en ese minuto, ya estaba operando una reorganización, que traería consigo —podríamos decir que de manera inevitable— un desplazamiento y un nuevo abanico de posibles lecturas. Así, el recital habría que verlo no solamente como una «exhibición» de poemas, sino como una puesta en escena, algo cercano al performance o al jam session, si se quiere.

Sin embargo, es probable —pensamos— que este no sea el caso; es decir, que la propuesta del recital haya sido esta. Pareció, eso sí, una actividad que falló en algo fundamental: en la preparación, en la coordinación. Los que ahí leyeron no sabían cómo era la dinámica hasta que empezaron a leer, de modo que extenderse en la lectura o el silencio desbordaron de alguna manera las intenciones iniciales, y lo que pudo ser una propuesta para exponer y disparar hacia nuevos territorios el poema como proceso quedó quizá como una nueva y errática lectura.

En todo caso, no hacemos más que especular, no podemos ir más allá por los momentos. Quedará esta nota como una lectura de otra lectura: el bonus track del bonus track.

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* Texto publicado originalmente en el diario La Verdad (sábado 25 de mayo, p. 4)
IMAGEN: http://patentados.com/img/1971/caja-para-ensamblar.jpg

sábado, 11 de mayo de 2013

EL MODELO DE LAS «FANFICTIONS»




Conozco poco y nada de las fanfictions; ni siquiera he leído una. Parto de unas cuantas conversaciones con gente que sí forma parte de dicho «circuito» y de algunas búsquedas en Internet. En consecuencia, esto no es más que teoría; es decir, (fan)ficción.

Las fanfictions, según el artículo de Wikipedia, son «relatos de ficción escritos por fans de una película, novela, programa de televisión, videojuego, anime o cualquier otra obra literaria o dramática. En estos relatos se utilizan los personajes, situaciones y ambientes descritos en la historia original o de creación propia del autor de fanfic [como también se conocen], y se desarrollan nuevos papeles para estos. El término fanfiction hace referencia tanto al conjunto de todos estos relatos como a uno en concreto, según el contexto». En la página web fanfiction.net vemos prolongaciones de Harry Potter, Twilight, Sherlock Holmes, Vampire Diaries e, incluso, del Quijote, entre muchas otras.

Una fanfic puede tomar como punto de partida, por ejemplo alguno de los personajes de una de las historias de las que surge —no necesariamente protagonista— y desarrollar nuevas historias. Estas crecen con sus propios universos y dan lugar, a su vez, a nuevos desarrollos.

Una de las ventajas de este sistema es que es totalmente ajeno a todo lo que suene a alta cultura, canon literario, cultura académica, vanguardias y retaguardias, etc., lo que —al menos en principio— le permite deambular por las estructuras narrativas como por un territorio liso (para usar un concepto de Deleuze y Guattari), más aún si tomamos en cuenta que este tiene su hábitat natural en la red. ¿Las desventajas? No nos interesan ahora mismo. La idea es plantear el sistema de las fanfictions como posible modelo poético. De hecho, en Postpoesía. Hacia un nuevo paradigma (2009), Agustín Fernández Mallo asoma la idea, pero con cierta restricción.

Dámaso Alonso, en su ensayo La poesía de San Juan de la Cruz (1942), señala —por ejemplo— que el poeta místico tomó material de composiciones populares para escribir Cántico espiritual (además, una versión del Cantar de los cantares bíblico), de modo que no estamos en presencia de algo nuevo.

Una poética que parte del sistema fanfiction —suponemos— iría a la deriva entre discursos (no solo estrictamente poéticos) y cualquier enunciado puede ser el que genere otros nuevos que devendrán en algún punto parte del poema. Tal prolongación del «original» deformará y reformará el aparato conceptual del texto inicial, lo que, a su vez, supondrá en muchos casos abrir el espectro de lecturas posibles, al estar las escrituras en juego —muy probablemente— velando y develando sentidos, poniendo en crisis al lenguaje, último objeto de la (fan)ficción (¿
último objeto de la [fan]ficción?).

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* Una versión de este texto fue publicado hoy (sábado 11-V-2013) en el diaro La Verdad (p. 4).
IMAGEN: http://24.media.tumblr.com/tumblr_m0hvo4oQ4u1rrovo0o1_500.jpg