Oficina de detective
Zai, Pinipón y Niseiko
Igual que la anterior
Miguel///Pinipón
Zai, Pinipón y Niseiko
Igual que la anterior
LIBER AURICULARUM.
Muchas veces pasa que descuido más de lo necesario mi apariencia y, cuando me paro frente a un espejo, me doy cuenta que apenas se me ve una esquina de cada oreja, por eso pensé dales un regalito hablando de ellas con la gente.
Bueno, lo primero que quiero decir es que antes, pero muy muy antes, hasta más que mis abuelos, las orejas se llamaban auriculam (sí, cada una, no sé cómo se entendían con eso), pero como a nosotros nos importa más comer que hablar bien, pues nos tragamos una que otra letrica de ahí y listo: si mentendiste, vamos bien. Terminaron por llamase oreja (otra vez cada una) y orejas (con un suspiro a lo último) cuando andan en equipo.
Pero si lo del nombre es curioso, más fino es cuando te dai cuenta que adentro tienen cosas que todavía no entiendo cómo caben ahí, y además, sin que me duela. Me refiero al yunque, al martillo, al caracol y hasta un vestíbulo (cosas que le quedan a uno de cuando estudió primaria; pero hasta ahí, porque ni la más mínima idea de lo que hacen). Esto da pie, por ejemplo, a que uno se pregunte si en ese vestíbulo hay algo o alguien que recibe a otros algos o álguienes. O si ese yunque y ese martillo fabrican muy quedos toda la cera que se desbordaba y yo lucía sin saber, hasta que una niña coqueta del salón me acusaba con la maestra y le hacía pasar mucha pena a mi mamá. O también, si ese caracol suena como el viento de la playa y que se parece mucho al que se oye a veces en mi casa.
Como ven, la cosa es bien confusa.
Otra cosa que también me gusta mucho dellas (y que yo sé que Uds. saben), es que puedo oír cosas que me gustan: el grito de gol, el eterno silbido de mi papá, las carcajadas de los bebés (o de quien sea), el mini terremoto de mi maquinita de espresso, el charrasquéo de las guitarras, el tilín del tenedor chocando con el plato, y así, un montón de cosas más.
¡...y los poemas! Casi se me olvidan. Ellos suenan y hay muchos que me gustan porque vuelan por el aire, hablan con el algo o alguien del vestíbulo y siguen padentro del oído, y como me gusta, me río sin que me de cuenta. Yo creo que debe ser algo así como cuando me dijeron que dijera rápido y muchas veces "vaca, gandola, vieja", y cuando voy a ver, estaba diciendo otra cosa y los demás se reían y después yo también. A lo mejor esejel truquito de los poetas: ponen a cagar a las viejas diciendo otra cosa y listo, pasan a la Historia con "H" mayúscula.
Y la vez que un profesor dijo en clase "el jazz ya es otra cosa". No me acuerdo de lo que dijo antes ni lo que siguió a esa frase, pero esas 6 palabras se metieron tipo flechazo en los oídos y se construyeron una casita en alguna parte de mi cabeza. Claro, de más está decir que me reí ahí mismo, así como cuando te llegan las ganas de estornudar y ¡achú!, lo soltái todo sin pensalo mucho; bueno, así.
Yo no sé si esto que voy a decir es nuevo o una suerte de revelación, pero se me ocurre que la risa empieza en los oídos. Bueno, no siempre, pero sí muchas veces. Sea como sea, yo como que debería estar más agradecido y cortame el pelo más a menudo, así ellas... o ellos (qué sé yo) podrían guiarme mejor y yo podría practicar, por fin, mi caminar hombruno, a lo estrella de televisión.
Por cierto, ahora que digo "televisión", me acuerdo de uno de mis hermanos que decía "tevilisión"; y este recuerdo me lleva, a su vez, a acordame cuando unos
chamos de por la casa me preguntaron por qué "semáforo" y no "semáfaro", si ésta hasta lleva incluida el faro. Claro, ahora me parece fino, pero en el momento me lancé una de licenciado en Letras, bien grillúo (o ufano, si prefieren), y les salí con que si el griego y la contigüidad fónica y toesa paja. ¡Qué bolas! Como pa que dijeran "Miguel si sabe".
En fin, mejor retomo lo de los oídos antes que termine hablando de café o de fútbol.
Hay otra cosa respecto a las orejas, bien sinvergüenzona, por cierto... aunque mejor no, me da pena y sería como una traición; además, yo más bien soy tipo tranquilo y ya, pues. Lo único que les digo es que tiene que ver con chamas, besos, cosquillas y, por supuesto, orejas.
Bueno, eso es todo.
Yo creía que iba a ser más difícil hablar de los oídos solamente, pero a la final no fue tanto; aunque acepto que a veces me iba pa otras cosas, pero bueno, siempre tenían alguna relación con mi tema.
No, ahora sí. Es todo.
Gracias.
Bueno, lo primero que quiero decir es que antes, pero muy muy antes, hasta más que mis abuelos, las orejas se llamaban auriculam (sí, cada una, no sé cómo se entendían con eso), pero como a nosotros nos importa más comer que hablar bien, pues nos tragamos una que otra letrica de ahí y listo: si mentendiste, vamos bien. Terminaron por llamase oreja (otra vez cada una) y orejas (con un suspiro a lo último) cuando andan en equipo.
Pero si lo del nombre es curioso, más fino es cuando te dai cuenta que adentro tienen cosas que todavía no entiendo cómo caben ahí, y además, sin que me duela. Me refiero al yunque, al martillo, al caracol y hasta un vestíbulo (cosas que le quedan a uno de cuando estudió primaria; pero hasta ahí, porque ni la más mínima idea de lo que hacen). Esto da pie, por ejemplo, a que uno se pregunte si en ese vestíbulo hay algo o alguien que recibe a otros algos o álguienes. O si ese yunque y ese martillo fabrican muy quedos toda la cera que se desbordaba y yo lucía sin saber, hasta que una niña coqueta del salón me acusaba con la maestra y le hacía pasar mucha pena a mi mamá. O también, si ese caracol suena como el viento de la playa y que se parece mucho al que se oye a veces en mi casa.
Como ven, la cosa es bien confusa.
Otra cosa que también me gusta mucho dellas (y que yo sé que Uds. saben), es que puedo oír cosas que me gustan: el grito de gol, el eterno silbido de mi papá, las carcajadas de los bebés (o de quien sea), el mini terremoto de mi maquinita de espresso, el charrasquéo de las guitarras, el tilín del tenedor chocando con el plato, y así, un montón de cosas más.
¡...y los poemas! Casi se me olvidan. Ellos suenan y hay muchos que me gustan porque vuelan por el aire, hablan con el algo o alguien del vestíbulo y siguen padentro del oído, y como me gusta, me río sin que me de cuenta. Yo creo que debe ser algo así como cuando me dijeron que dijera rápido y muchas veces "vaca, gandola, vieja", y cuando voy a ver, estaba diciendo otra cosa y los demás se reían y después yo también. A lo mejor esejel truquito de los poetas: ponen a cagar a las viejas diciendo otra cosa y listo, pasan a la Historia con "H" mayúscula.
Y la vez que un profesor dijo en clase "el jazz ya es otra cosa". No me acuerdo de lo que dijo antes ni lo que siguió a esa frase, pero esas 6 palabras se metieron tipo flechazo en los oídos y se construyeron una casita en alguna parte de mi cabeza. Claro, de más está decir que me reí ahí mismo, así como cuando te llegan las ganas de estornudar y ¡achú!, lo soltái todo sin pensalo mucho; bueno, así.
Yo no sé si esto que voy a decir es nuevo o una suerte de revelación, pero se me ocurre que la risa empieza en los oídos. Bueno, no siempre, pero sí muchas veces. Sea como sea, yo como que debería estar más agradecido y cortame el pelo más a menudo, así ellas... o ellos (qué sé yo) podrían guiarme mejor y yo podría practicar, por fin, mi caminar hombruno, a lo estrella de televisión.
Por cierto, ahora que digo "televisión", me acuerdo de uno de mis hermanos que decía "tevilisión"; y este recuerdo me lleva, a su vez, a acordame cuando unos
chamos de por la casa me preguntaron por qué "semáforo" y no "semáfaro", si ésta hasta lleva incluida el faro. Claro, ahora me parece fino, pero en el momento me lancé una de licenciado en Letras, bien grillúo (o ufano, si prefieren), y les salí con que si el griego y la contigüidad fónica y toesa paja. ¡Qué bolas! Como pa que dijeran "Miguel si sabe".
En fin, mejor retomo lo de los oídos antes que termine hablando de café o de fútbol.
Hay otra cosa respecto a las orejas, bien sinvergüenzona, por cierto... aunque mejor no, me da pena y sería como una traición; además, yo más bien soy tipo tranquilo y ya, pues. Lo único que les digo es que tiene que ver con chamas, besos, cosquillas y, por supuesto, orejas.
Bueno, eso es todo.
Yo creía que iba a ser más difícil hablar de los oídos solamente, pero a la final no fue tanto; aunque acepto que a veces me iba pa otras cosas, pero bueno, siempre tenían alguna relación con mi tema.
No, ahora sí. Es todo.
Gracias.
Miguel///Pinipón
Maracaibo25-29/02/2008.
Es muy bueno ese texto...y además yo te escuché leyéndolo, así que es mejor...jajajaj
ResponderEliminarBesitos!