domingo, 21 de septiembre de 2008

DOMINGO: DÍA DE FÚTBOL


Ya han pasado cerca de 3 años desde que me recomendaron leer El fútbol a sol y sombra de Eduardo Galeano. Hasta ahora sólo había leído fragmentos en pdf, nunca el libro completo.
Todo empezó cuando hice un trabajo sobre la Barra Sin Vergüenza, hinchada del Unión Atlético Maracaibo, para sociolingüística.
El proceso consistió en ir a juegos, pararme en el bululú, brincar, imbuirme en los gritos (y ser practicante a ratos) y estar atento a los botones de rec y stop en la grabadora. Todo el material estaba ahí. Paralelo a esto estaba la teoría, los libros, el lenguaje congelado, las gradas pensadas.
Cuando me entregaron el trabajo, había una nota al final: "Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece." Se trata de una cita tomada de la Confesión del autor. Inmediatamente antes se lee: "Han pasado los años, y a la larga he terminado por asumir mi identidad: yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo sombrero en mano, y en los estadios suplico:
-Una linda jugadita, por amor de Dios."
Quizá se trate de querer extender esta juventud y malcriadez; de postergar la oficina, el banco, las cuentas y esas cosas de grande; lo cierto es que no me imagino llegar a ese estado tan... ¿ecuménico, místico, beatífico? Es decir, que no me importe de dónde venga el buen fútbol. Sinceramente no me entra. Estoy consciente que quiero buen juego para el equipo que sigo y que no festejo la maravilla que pueda hacer el "enemigo". Para ser claros: grité el doblete del Barça en 2006 (Liga + UEFA Champions League) y me molestaron las dos ligas del Real Madrid que le siguieron; me bajé y corrí en la cancha cuando el U.A.M. ganó su primera estrella y bajé la cabeza las veces que el Caracas FC nos humilló. Más aun, no me regocijaron las buenas actuaciones de los rojos del Ávila en la Copa Libertadores, no, no, no...
Lo siento, sigo siendo intestinal, visceral, cuando de fútbol se trata.
Por cierto, en estos momentos en que poco he festejado futbolísticamente, ha calado muy bien ese anhelo de Galeano para un equipo: que sea "un solo bicho de once cabezas y veintidós piernas". ¿Cómo no estar de acuerdo con esto? Ese es el bicho que quiero volver a ver, aquí y allá, siempre azulgrana.
(NOTA: ¿qué, esperabas comentarios sobre el libro? No, el fútbol hace estas cosas; yo también pensaba escribir algo diferente y terminé botando espuma)

2 comentarios:

  1. recomindo con humildad que leas el hermoso libro del hermoso escritor mexicano juan villoro: "dios es redondo".

    con el fútbol como tema hemos construido asombros colectivos en las aulas de clase de la UBV y en talleres con niños. tengo mi observación en cuanto a tu afición intestinal, la respeto, pero ver una jugada excelente, de esas que no abundan son siempre gratas, así no sean de tu club!!!

    gramsci hablaba en relación al deporte y decía, palabras más, palabras menos que era el "ejercicio de la libertad al aire libre". galeano creo que se imbrica a esta afirmación cuando ve al ser humano que juega antes que a una camiseta de esas que dicen, masivamente, unicef o parmalat.

    ojala coincidamos uno de estos soles o lunas para seguir la tertulia redonda.


    abrazos plenos de colombia.
    cano.

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  2. Gracias por tu comentario.

    Sí, yo estoy claro que es poco razonable y muy inmadura mi postura.

    Al ver cosas como las que sucedieron con El Pájaro Vera (U.A.M.-Caracas FC) o Figo (Barça-R. Madrid), es difícil creerse el cuento del amor por la camiseta y todo eso...

    En fin, ya podremos continuar charlando al respecto.

    Saludos.

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