domingo, 20 de noviembre de 2011

APUNTES DEL (E)LECTOR


«…no pienso convertir este relato, de por sí extraño, precariamente novelado, infestado de vagas disertaciones, de mínimas ficciones, de fragmentos torpes, en un tratado de cosmología, a pesar de que mi querido sensei, Ednodio Quintero, perjura que éste es un género maravilloso de la literatura.»

Cadáver exquisito
Norberto José Olivar

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Las cursivas son nuestras.

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En la biblioteca está El cielo de Ixtab, de Ednodio Quintero; también hay algo —¿una entrevista, un artículo…?— sobre este «sensei» en una revista.

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Un fragmento torpe puede llegar a ser una triste redundancia. Un fragmento, por su misma naturaleza (es decir, cosa inacabada, parte de algo mayor…), no construye sentido (si es que construye) como puede hacerlo una frase completa, por ejemplo, y es ahí justamente donde pensamos que puede residir su torpeza.

El fragmento citado es mentira. Pero esto es otra redundancia. Debemos buscar otro modo de proceder.

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¿Se multiplican los fragmentos torpes en estos fragmentos torpes?

[NOTA: El pronombre demostrativo puede traer confusión. Cuestión de distancia.]

[NOTA n.º 2: La nota anterior también puede traer confusión; ¿hablamos de los pronombres demostrativos en general o de un caso específico del texto?]

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San Juan de la Cruz fue un autor(1) español que escribió poemas como La noche oscura del alma y Llama de amor viva.
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1) Persona que es causa de algo.

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