[Una historia como inicio]
En un café, dos personas conversan sobre la
confección de un poemario. ¿Cuántas páginas tiene el poemario? Treinta. Bueno,
hay que agregarle más páginas; llévalo al menos a cincuenta páginas. Ya basta de
libritos, hay que trabajar el libro.
§
La brevedad es un problema. Eso parece sugerir uno
de los personajes del diálogo. Pero ¿por qué es un problema? Si bien cincuenta páginas
también son pocas para un libro, si lo comparamos con uno de casi cualquier
otro género, treinta ya es muy, muy poco; apenas se construye sentido en ese
espacio.
§
Al respecto, nos preguntamos si esto tendrá que ver
con una concepción de gran discurso o relato literario. No lo sabemos. Después de
todo, ¿qué significa «gran discurso o relato literario»?
§
En todo caso, la brevedad suele presentar un
problema porque generalmente viene de la mano de otra traba: el fragmento. Este,
sin duda, es peor, ya que lo normal es que los fragmentos no construyan sentido;
puede que lo sugieran, pero no completan nada. Luego, un texto hecho de
fragmentos es, si se quiere, «aliterario».
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Cuando hacemos zapeo (zapping) no vemos televisión, hacemos zapeo. ¿Es igual en la
relación fragmento-poema?
§
[Este texto se escribe a propósito del Día Mundial
de la Poesía, que se celebra el 21 de marzo según proclamación de la Unesco.]
§
El 3 de noviembre de 2010 se llevó a cabo un
conversatorio sobre grupos literarios en Maracaibo organizado por Per-versos. En el texto que funcionó como presentación y en el diálogo posterior una cosa se puso de manifiesto: grupos literarios, en
sentido estricto, el que tradicionalmente ha tenido, no existen o son muy raros
en esta «sanguinolenta playa» (Norberto J. Olivar). Los grupos o colectivos que
intentan algo en dicha dirección apuntan más bien a la revisión, a la
relectura, a repasar una tradición literaria que se llevan con más facilidad
las termitas, antes que un estudiante o lector promedio dé con esta.
La anécdota viene al caso porque, si es cierto que
en la actualidad no funcionan los grupos literarios —en el sentido que ya
vimos—, este hecho podría ser una evidencia (más) de que las formas de
acercarnos al poema, la concepción, la lectura y la producción de poesía, han
cambiado. Por ejemplo, a veces un tuit
o una actualización de estado en Facebook son de hecho poemas y —tal vez de
mayor importancia— suelen comportar una experiencia aún más cercana de lo
cotidiano (¿de lo contemporáneo?). Luego, el ejercicio colectivo de la poesía
no puede ser el mismo si aceptamos este panorama.
Por supuesto, este es un tema que da para un diálogo
extenso y que supera con creces el espacio de que disponemos ahora mismo.
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Es necesario construir un diálogo, bien sea en
blogs, conversatorios, redes sociales, etc. (Hasta donde estas herramientas soporten.)
§
¿Cuál es el estado de la poesía en Maracaibo? ¿Tiene
sentido la pregunta? No sabemos. Quedan las preguntas para intentar el diálogo.
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* Este texto fue publicado el sábado 17 de marzo en el «Espacio Literario» del diario La Verdad. Haciendo clic acá pueden ver, leer o descargar el PDF.