domingo, 18 de marzo de 2012

«ZAPPING»*



[Una historia como inicio]
En un café, dos personas conversan sobre la confección de un poemario. ¿Cuántas páginas tiene el poemario? Treinta. Bueno, hay que agregarle más páginas; llévalo al menos a cincuenta páginas. Ya basta de libritos, hay que trabajar el libro.

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La brevedad es un problema. Eso parece sugerir uno de los personajes del diálogo. Pero ¿por qué es un problema? Si bien cincuenta páginas también son pocas para un libro, si lo comparamos con uno de casi cualquier otro género, treinta ya es muy, muy poco; apenas se construye sentido en ese espacio.

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Al respecto, nos preguntamos si esto tendrá que ver con una concepción de gran discurso o relato literario. No lo sabemos. Después de todo, ¿qué significa «gran discurso o relato literario»?

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En todo caso, la brevedad suele presentar un problema porque generalmente viene de la mano de otra traba: el fragmento. Este, sin duda, es peor, ya que lo normal es que los fragmentos no construyan sentido; puede que lo sugieran, pero no completan nada. Luego, un texto hecho de fragmentos es, si se quiere, «aliterario».

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Cuando hacemos zapeo (zapping) no vemos televisión, hacemos zapeo. ¿Es igual en la relación fragmento-poema?

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[Este texto se escribe a propósito del Día Mundial de la Poesía, que se celebra el 21 de marzo según proclamación de la Unesco.]

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El 3 de noviembre de 2010 se llevó a cabo un conversatorio sobre grupos literarios en Maracaibo organizado por Per-versos. En el texto que funcionó como presentación y en el diálogo posterior una cosa se puso de manifiesto: grupos literarios, en sentido estricto, el que tradicionalmente ha tenido, no existen o son muy raros en esta «sanguinolenta playa» (Norberto J. Olivar). Los grupos o colectivos que intentan algo en dicha dirección apuntan más bien a la revisión, a la relectura, a repasar una tradición literaria que se llevan con más facilidad las termitas, antes que un estudiante o lector promedio dé con esta.
La anécdota viene al caso porque, si es cierto que en la actualidad no funcionan los grupos literarios —en el sentido que ya vimos—, este hecho podría ser una evidencia (más) de que las formas de acercarnos al poema, la concepción, la lectura y la producción de poesía, han cambiado. Por ejemplo, a veces un tuit o una actualización de estado en Facebook son de hecho poemas y —tal vez de mayor importancia— suelen comportar una experiencia aún más cercana de lo cotidiano (¿de lo contemporáneo?). Luego, el ejercicio colectivo de la poesía no puede ser el mismo si aceptamos este panorama.
Por supuesto, este es un tema que da para un diálogo extenso y que supera con creces el espacio de que disponemos ahora mismo.

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Es necesario construir un diálogo, bien sea en blogs, conversatorios, redes sociales, etc. (Hasta donde estas herramientas soporten.) 

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¿Cuál es el estado de la poesía en Maracaibo? ¿Tiene sentido la pregunta? No sabemos. Quedan las preguntas para intentar el diálogo.
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* Este texto fue publicado el sábado 17 de marzo en el «Espacio Literario» del diario La Verdad. Haciendo clic acá pueden ver, leer o descargar el PDF.

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