sábado, 27 de abril de 2013

CRÍTICA


Al finalizar la exposición, que consistía en un breve ensayo sobre algún libro, el profesor decía: «¡Críticas!», con lo que empujaba a los estudiantes a cuestionar, comentar, respaldar o hacer frente al que acababa de exponer(se); mejor dicho, a la lectura realizada, las elecciones tomadas en el camino, la manera de plantear una idea, la falta de desarrollo de una tesis apenas mostrada, etc. Había que pensar y repensar el ejercicio de la escritura literaria, por lo que era necesario leer tanto la novela o el poemario trabajado en la clase como crítica literaria en general. 

Esta forma de llevar una clase intentaba crear un diálogo en el salón, el cual ponía en evidencia múltiples lecturas, algunas divergentes, otras más cercanas. ¿Para qué? Lo dicho: para crear un diálogo. El ensayo, la crítica, la reseña de libros, etc., son —entre otras cosas— lugares en el que entran en comunicación diversas voces que expanden el universo de los discursos literarios, que a su vez se relacionan con otros tantos. 

Ahora bien, como en todo diálogo, siempre se espera una respuesta (es decir, una lectura) que lo prolongue. Por ejemplo, en esta breve nota parece haber pequeños indicios de una teoría de la crítica literaria y puede suceder que lo señalado hasta ahora no parezca lo más apropiado según determinada lectura; ahí se abre el espacio para una respuesta que extienda el tema, que lo haga entrar en crisis. 

Por supuesto, no podemos engañarnos y obviar el hecho de que tales géneros son procesos de validación ante la literatura en cuanto construcción cultural, donde también encontramos otros mecanismos como revistas, universidades, editoriales, páginas web, etc.

Sin embargo, insistimos en la práctica de la lectura y, más aún, en la que deriva en la propia escritura como extensión, desplazamiento y nuevo emplazamiento de diversos lugares o momentos textuales. Insistimos como ante una puerta, esperando una lectura, esperando una respuesta.


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* Texto publicado originalmente en el diario La Verdad (27-IV-2013, p. 4)
IMAGEN: http://media.tumblr.com/a74d673106a0d673ab0d5923a6b82ba2/tumblr_inline_mhpa6rED9M1qz4rgp.jpg

lunes, 22 de abril de 2013

POESÍA EN EL CBA / FERIA DE LIBROS ENSAMBLADOS

Póster de la feria

Desde hoy hasta el miércoles se llevará a cabo la Feria de Libros Ensamblados en el Centro de Bellas Artes de Maracaibo, donde participaremos en una lectura de poesía. La misma está pautada para mañana, martes 23, a las 5.30 pm.

Para más información sobre la actividad: Feria de Libros Ensamblados.
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IMAGEN: http://maracaibomia.com/wp-content/uploads/2013/04/z381.jpg

domingo, 14 de abril de 2013

«UNA SUERTE DE ÓSMOSIS»

Ósmosis italiana

En el artículo de la semana pasada (sábado 6 de abril), hablando de la apropiación como recurso poético, se lee que «por una suerte de ósmosis [los enunciados en contacto] indican nuevas direcciones en la lectura». En la revisión final del texto dudamos entre dejar o cambiar esa «suerte de ósmosis»; ¿no es muy vago?, ¿no suena a algo mágico?, ¿no tiene la lingüística o la teoría literaria conceptos que den cuenta de tal proceso de manera más precisa? De todas formas salió publicado así. ¿Por qué? 


Ciertamente una teoría sintáctica puede describir mucho mejor esa «mutua influencia» (como indica el DRAE en la segunda entrada para la palabra ósmosis). Sin embargo, la razón habría que ubicarla en otra parte. Si nombramos de esa forma, a sabiendas de que era una parte débil del texto, fue —en parte— porque creímos que podría ser una invitación a la crítica, porque podría dar lugar a una respuesta. Pero, por otra parte, tampoco podemos olvidar que hablábamos de enunciados, no solo de oraciones; es decir, que las mencionadas nuevas direcciones de lectura también estarían determinadas por lo extralingüístico, lo cual —ahora sí— escapa de lo estrictamente sintáctico. Entonces, ¿adónde iremos? 


La pragmática lingüística parece ser el lugar apropiado. Esta estudia la relación de los discursos y sus contextos, cómo interviene uno en el otro, cómo se intersecan, de modo que se muestra más apta para desarrollar una representación del fenómeno. 

«Una suerte de ósmosis»: una especie de «mutua influencia», proceso físico como metáfora, intervención de ida y vuelta, contaminación textual, hibridez, etc. 

¿Qué pasaría si mezcláramos Noche oscura (san Juan de la Cruz), Poema de llamada (Octavio Armand) y fragmentos (discursivos) de la actual propaganda electoral?

___________________________Todos somos…
___________________________Armand Carmen 145-70 226 Lrltn . . . . . . . . . . .978-0210
___________________________Armand Daniel 148-08 115 Av Jam . . . . . . . . . . 322-9357
___________________________Armand Gerald 145-70 226 Lrltn . . . . . . . . . . . . 528-3017
___________________________Amada en el Amado transformada

Una suerte de ósmosis.

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* Texto publicado originalmente en el diario La Verdad (14-IV-2013)
IMAGEN: http://www.acqua2o.com/myImmagini/Osmosi-schema.jpg

sábado, 6 de abril de 2013

¿QUIÉN HABLA?

Instalación de Bruno Taylor

A finales de 2011 salió la noticia: María Kodama, viuda de Borges, interpuso una demanda —que ganó— para retirar El hacedor (de Borges), Remake, de Agustín Fernández Mallo. Posteriormente, pasó lo mismo con El Aleph engordado, del escritor argentino Pablo Katchadjian. No es casual entonces que luego en las redes sociales Germán Sierra escribiera: «Ser denunciado por María Kodama se está convirtiendo en un género literario».

La cuestión de la apropiación, el plagio, la intervención textual, la cita, el intertexto y la recontextualización tiene ya tiempo sobre el tapete. De hecho, en Pierre Menard, autor del Quijote, del propio Borges, se plantea el tema: Pierre Menard es un escritor cuya «admirable ambición era producir unas páginas que coincidieran —palabra por palabra y línea por línea— con las de Miguel de Cervantes»; «No quería componer otro Quijote —lo cual es fácil— sino el Quijote». También varios autores del Siglo de Oro español (si no todos) incorporaron a su escritura composiciones populares. Y no podemos olvidar un caso especial: en el mismo Quijote, el narrador se consigue unos manuscritos en árabe de un tal Cide Hamete Benengeli, que serían los originales, y se siembra la duda de la autoría. En resumen, no estamos en presencia de una estrategia ficcional nueva, sino todo lo contrario. El problema tal vez resida en que a partir del siglo XX la literatura se empezó a mostrar a sí misma con insistencia, como dándole vuelta a la ropa para dejar ver las costuras, tal como ya se presentaba en la novela de Cervantes.

De los términos que hemos usado hasta ahora, el que más tiene terreno ganado parece ser el de apropiación, entendido (tomando un término de la música electrónica vía Fernández Porta) como uso de samples; esto es, fragmentos de un discurso («literario» en este caso), modificados o no, que se ponen en comunicación con uno o más discursos por medio de la recontextualización, de modo que estos multiplican las posibilidades de crear sentidos; los enunciados entran en contacto y por una suerte de ósmosis estos indican nuevas direcciones en la lectura.

El 7 de marzo el poeta Ben Austin retuiteó una pregunta: «Should you plagiarize for free?» (‘¿deberías plagiar gratuitamente?’). Respondemos con otras preguntas: ¿Qué significa plagiar?, ¿qué es el copyright?, ¿qué nombre y qué voz se pierden?, ¿quién es el autor?, ¿quién habla?

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* Texto publicado originalmente en el diario La Verdad (6-IV-2013, p. 4)