martes, 28 de octubre de 2014

¿LA VOZ DE QUIÉN?


¿Desde cuándo no basta el cuerpo? ¿Cuándo vimos que necesitábamos la ayuda de prótesis y otros dispositivos para tener un mejor «desempeño»? Incluso buscamos ayuda para la memoria: memorias externas, memorias virtuales que organicen todo para desembarazarnos de todo.

Para 2016 está programado el Cybathlon, los Juegos Olímpicos Biónicos, a realizarse en Zúrich. En estos, no solo los atletas serán premiados, sino también los fabricantes de la tecnología que los asistirá. Se trata de un paso más en el camino que parece llevar a una hibridación de lo humano con la robótica. La filósofa española Teresa Aguilar García va más allá; para ella (siguiendo a otros autores), estos términos aparentemente enfrentados darán paso a la «ciborgización»; es decir, a la constitución de subjetividades cíborg (organismos cibernéticos), donde no tendrá sentido establecer diferencias entre lo humano y la tecnología.

Sin embargo, no hace falta ir tan lejos o mirar a futuro para reconocernos en dicho proceso. El smartphone, por ejemplo, se ha constituido en una extensión del brazo. Incluso, ya hay un término que designa el miedo irracional a salir de casa sin él: nomofobia. ¿Y qué decir de la sensación de este repicando cuando no lo hace y quizás ni está cerca? ¿Podemos hablar acá de un caso de miembro fantasma, esa percepción de que una parte del cuerpo amputada aún está?

En todo caso, lo que queremos señalar, a pesar del optimismo e incluso de la euforia con que a veces pensamos el porvenir, es ese otro proceso de desubjetivación que conlleva esta hibridación. Aunque tal vez no sea correcto el término desubjetivación; siempre hay un sujeto, un agente que habla y actúa. Así, lo que sucede más bien sería una traslación de nuestras identidades a otros sujetos, que vendrían a ocupar el espacio en el que hasta ahora, o hasta hace poco, decíamos yo. Esos otros sujetos, no podemos olvidarlo, son sujetos políticos, económicos, etc., de modo que lo que entendimos como muerte del autor, libertad del texto o multiplicación del sujeto, en realidad era nuestra donación de nosotros mismos como enunciadores, agentes discursivos y, en consecuencia, políticos.

Como apunta la española Àngela Pujol refiriéndose a la relación literatura-Internet: «La red no es, desde luego, un espacio neutral, puesto que, hasta hoy, son las grandes corporaciones quienes detentan en mayor medida el poder asociado a la información y la tecnología». Y más adelante: «En cualquier caso, parece que acoger plenamente el discurso de la 'muerte del autor' en la red puede equivaler a poner en el lugar del muerto, en última instancia, a la tecnología. A la manera de aquellas máquinas programadas para producir poemas [¿Google Poetics?], podemos llegar a considerar la producción literaria en Internet como un resultado aleatorio sin dueño, lo cual no equivale necesariamente a una mayor libertad en la circulación de los contenidos y las obras literarias, sino que puede favorecer su apropiación por los grandes entes privados como Google».

Así pues, no basta con matar al autor, al sujeto que habla (si es que es posible), es necesario sobre todo saber qué hacer con el cadáver. Siempre habrá alguien dispuesto a ocupar su lugar.

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* Texto publicado originalmente en la web del diario La Verdad (28-X-2014).
IMAGEN: http://www.monografias.com/trabajos94/bionica-protesis-piernas/image001.jpg

sábado, 11 de octubre de 2014

UNA DISCUSIÓN APROPIADA


La semana pasada se llevó a cabo el seminario Discusiones en el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez. Entre los distintos elementos diferenciadores y las constantes que aparecieron una y otra vez, me llamó la atención la recurrencia explícita en mayor o menor medida a la apropiación como característica que recorre el arte contemporáneo venezolano. Pero más que este hilo conductor, lo resaltante es que en las discusiones sobre literatura esta cualidad no está presente. (La ponencia sobre poesía, a cargo de Gina Saraceni, por sus propias características, la elección de los textos y el tema, no era quizás la llamada a desarrollar tal aspecto.) Probablemente se trata de un asunto de lenguajes: pensar el poema con conceptos tomados del arte visual puede pasar como un error; sin embargo, por lo menos en principio, esta trasposición no debería ser desdeñada, después de todo, podría ser un ensayo para plantear nuevas lecturas; pero además, dicho tema se ha discutido en otras latitudes y parece incluso ya asumido como parte de ciertas prácticas poéticas. Así, la pregunta sería por qué en Venezuela el debate sobre la apropiación literaria ha pasado por debajo de la mesa, por no decir simplemente que no ha existido.

Podríamos pensar que el tema no interesa, que es entendido como mera moda o algo momentáneo e intrascendente, lo cual no sería raro, puesto que, en efecto, muchas de las reseñas y artículos que tratan al respecto se quedan muchas veces en lo accesorio, sin preguntarse apenas por lo que le sucede al lenguaje en el proceso. Por otro lado, también puede pensarse que se debe a que la reciente producción literaria venezolana no ha incorporado este procedimiento a su práctica y, en consecuencia, no genera tal debate. Sin embargo, por lo menos dos poemarios recientes: Paisajeno, de Willy McKey, e Historia privada de un etcétera, de Natasha Tiniacos, toman textos de otros para situarlos en un nuevo contexto, en mayor o menor medida, explícitamente ambos. Y yendo un poco más allá, en otro momento, con un tono y una hondura diferente, Octavio Armand, esa isla de la tradición poética nacional, recurre en diversas partes a múltiples voces para apropiarlas en su escritura.

Con estos precedentes, nos preguntamos, ¿no es válido y valioso generar una conversación sobre la apropiación como práctica poética? ¿Hasta dónde la voz ajena deviene propia? Huelga decir que no se trata de defender este procedimiento, no hace falta estar de acuerdo. Al nombrar Paisajeno e Historia privada de un etcétera no estamos dando ningún juicio de valor, positivo o negativo, sino que son puestos como ejemplos que requieren —pensamos— lecturas desde ese otro ángulo, desde esa clave que ellos mismos plantean y que, por lo tanto, puede ser incorporada a la crítica literaria para ver en qué medida funciona, cuánto coadyuva al proyecto poético, etc.

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* Texto publicado originalmente en la web del diario La Verdad (11-X-2014).
IMAGEN: http://revistaojo.com/wp/wp-content/uploads/2014/06/portada-25.png