viernes, 22 de agosto de 2008

RE-DECIR/DES-DECIR

El texto que sigue lo leí en un conversatorio sobre arte urbano que hubo hoy (viernes, 22 de agosto) en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia.
Bien, esto va a ser breve.
Mi participación es desde afuera, como espectador.
Me interesé en el arte urbano a finales de 2004 o principios de 2005, mientras buscaba por todas partes información sobre poesía experimental y cualquier otra forma alternativa de hacer poesía. En el camino me fui enterando, una vez más, de que las clasificaciones teóricas se quedaban cortas debido a la confluencia de lenguajes o disciplinas. Así, me topé con poesía visual, sonora, de acción, y recordé los poemas-carteles de principios de siglo XX. De aquí al graffiti quedaba ya apenas un paso.
Luego de esto me acerqué más al arte urbano, dejando un poco de lado el tema que me había llevado a él (esto porque es más fácil conseguir información sobre esto que sobre una hipotética poesía callejera o urbana propiamente dicha), y, para bien o para mal, la lectura, la interpretación que hacía de las piezas era la de un lector de literatura. En consecuencia, todo se volvió susceptible de convertirse en poema (al menos en esta concepción particular) y me centré en aquellas piezas que con su intervención (sobre todo con objetos) crean o alteran el sentido de lo ya dado.
Ahora, dicho esto, intentaré comentar someramente 3 piezas, 3 intervenciones.
1.- Un crimen divertido

Había una vez una valla anti-graffiti que pregonaba: “Graffiti. It’s a crime” (“El graffiti es un crimen”); a la izquierda mostraba la imagen de una persona tras las rejas. Posteriormente alguien intervino en ella con una palabra, un simple adjetivo.
Desde el punto de vista estético no hay logro alguno porque es claro que tampoco hubo una búsqueda en este sentido. Lo que este graffer, writer, escritor o grafitero buscaba era cambiar el rumbo de este enunciado, que dispara en otra dirección. Y lo logra introduciendo, como ya dijimos, un adjetivo: “divertido” (“fun” en el original). Éste, puesto para modificar a “crimen”, como consecuencia, hace lo mismo con “graffiti”. Así pues, tenemos que el graffiti no es solamente un crimen, sino además, un crimen divertido.
El enunciado resultante parece lanzar una risa en el carácter claramente institucional de la valla y, así como el original asume una posición, éste se pone en el lado opuesto.
2.- ¿A qué juega Constantino?
Constantino es el emperador romano que pasó a la Historia, entre otras cosas, por:
a) Mientras marchaba al campo de batalla, se dice que vio la imagen de la cruz frente al sol y luego, encomendándose a ésta, ganó. Y…
b) Consecuencia de aquello, hizo del cristianismo la religión oficial del imperio romano.
Un día, su estatua en Milán, Italia, amaneció intervenida con un globo.
Aunque los medios de una y otra pieza difieran, el mecanismo que interfiere y crea nuevos significados es básicamente el mismo.
Ante la figura regia, antigua, que ofrece la estatua, aparece un globo como objeto de distorsión; y si Constantino está constantemente con el brazo en alto, dispuesto siempre para dar mandatos, con la intervención es casi un niño que sostiene un globo de fiesta.
Posiblemente lo interesante, lo que atrae en ella es el contraste que genera: la imagen de un emperador aguerrido, fuerte, figura de poder, sosteniendo un juguete, un objeto que invita a la risa, a la diversión y siempre asociado a la niñez.
El concepto de la intervención es bien claro, y uno de los que estuvo detrás de ella lo hace explícito con estas palabras: “PLAY DON’T MAKE WAR” (“JUEGA, NO HAGAS LA GUERRA”), y más adelante: “means playing and having fun” (“significa jugar y divrtirse”). Parece fácil, pero…
3.- Jugando en la parada del bus
La siguiente obra se acerca a la anterior, pero en lugar de “cuestionar” a los adultos que hacen la guerra, cuestiona a aquellos… y aquellas comunes, los de la cotidianidad más cotidiana, que quizá por lo mismo dejaron de lado la risa y des-viven la ciudad, los espacios comunes; no sienten éstos como propios, sino apenas como de mero tránsito. Por cierto, ¿qué más de tránsito que una parada de bus? Pues bien, en una de ellas, en Londres, el artista Bruno Taylor instaló un columpio. Con esto la parada deja de ser inadvertida, al tiempo que llama a la risa y el juego. Además, incorpora la memoria, la hace parte de la interacción del transeúnte/espectador con la instalación ya que, como recuerda el mismo Taylor en el proyecto, “71% of adults used to play on the streets when they were young. 21% of children do so now” (“El 71% de los adultos solía jugar en las calles cuando eran niños. El 21% de los chicos lo hace actualmente”), para preguntarse y preguntarnos luego, “Are we designing children and play out of the public realm?” (“¿Estamos diseñando a los niños y los juegos alejados del reino público?”).
* * *
Bueno, con esto quise comentar tres piezas de arte urbano que me llamaron poderosamente la atención por intereses particulares, por los temas, los mecanismos de re-semantización, etc.
Es todo.
Gracias.
Miguel Ángel Hernández (Pinipón)
22-08-2008
Maracaibo.

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